El término imperialismo hace referencia a la actitud, doctrina o acción que conduce al dominio de un estado sobre otro u otros mediante el empleo de la fuerza militar, económica o política.
Durante el último tercio del siglo XIX las potencias europeas y algunas extraeuropeas (USA y más tarde Japón) desarrollaron una política de expansión colonial acelerada que ya venía gestándose desde comienzos de siglo.
Esta nueva fase del colonialismo, que recibe la denominación de imperialismo, tendía a la formación de grandes imperios y constituyó una constante fuente de conflictos que desembocaron en la 1ª Guerra Mundial.
Colonialismo e imperialismo.
Para algunos autores ambos términos son sinónimos, otros aprecian diferencias entre ellos:
*.- El colonialismo: Suele aludir a las primeras fases de la expansión europea, durante los siglos XVI, XVII y XVIII.
Las metrópolis controlaron una serie de territorios, explotados económicamente, que alentaron relaciones de subordinación con los pueblos autóctonos de la zona, a los que impusieron sus estructuras y formas de vida. Se impulsó el control de rutas, lugares estratégicos y la creación de zonas de influencia, pero no quedó claramente establecida una conducta de conquista continua y sistematizada.
*.- El miperialismo: A diferencia del anterior, tiene fuertes connotaciones nacionalistas: los estados que lo practicaron pretendían la conquista sistemática de la mayor cantidad posible de territorios con el objetivo de alcanzar el rango de potencias mundiales. No buscaban tanto la transformación cultural de estas zonas como su control político, económico y militar. Este proceso adquirió nitidez en el último tercio del siglo XIX.
El tránsito del colonialismo tradicional al imperialismo
Se produjo en la 1ª mitad del siglo XIX y estuvo marcado por la crisis del antiguo colonialismo expresada en la pérdida de las colonias americanas de Gran Bretaña y España, la desaparición de las doctrinas económicas mercantilistas y la lucha por la abolición de la esclavitud.
La expansión continuó durante la 2ª mitad del siglo, fruto de la pretensión de ganar nuevas áreas de influencia, alentada por la industrialización europea -ávida de nuevos mercados- y el desarrollo técnico y militar. Otros factores que contribuyeron a dicha expansión fueron las exploraciones geográficas y misioneras en busca de la extensión de la ciencia y el cristianismo respectivamente. En 1885, en la Conferencia de Berlín, las potencias acordaron el reparto sistemático del continente africano.
Causas demográficas
En el período comprendido entre 1850 y 1900 la población europea pasó de 300 a 450 millones de almas. Las penosas condiciones de vida de la clase trabajadora en los países industrializados animó a muchos a buscar mejores perspectivas de vida en los territorios que iban ocupándose.Año | Habitantes | Crecimiento % |
1850 | 266.000.000 | 26,2 |
1870 | 310.000.000 | 25,6 |
1900 | 400.000.000 | 26 |
Este incremento demográfico también afectó a potencias asiáticas como Japón y continuó en ascenso hasta 1914.
Parte de esa población fue absorbida por los territorios coloniales a través de una persistente inmigración que en ocasiones llegó a alterar de manera sustancial la composición étnica de extensas áreas.
Los avances médicos, como el uso de la quinina, contribuyeron en gran medida a estas migraciones, ya que permitieron combatir con éxito enfermedades endémicas como el cólera, tifus o el paludismo que hasta entonces habían hecho inhabitables para el hombre blanco extensos territorios
Causas económicas
Fueron fruto de la expansión del capitalismo industrial y se fundamentaron en:
*.- La búsqueda de nuevos territorios donde invertir el exceso de capitales acumulados.
Éstos encontraron una productiva salida en forma de créditos otorgados a las minorías indígenas colaboradoras con la metrópoli, pero fundamentalmente en la financiación de infraestructuras tales como ferrocarriles, puertos o grandes obras de ingeniería (canal de Suez, Canal de Panamá, etc.).
*.- La exploración y conquista de zonas donde conseguir materias primas y energéticas abundantes y baratas. A las colonias se les asignó el papel de abastecer a las industrias metropolitanas.
*,- El control de espacios donde establecer mercados que asegurasen en régimen de monopolio la colocación de los productos industriales.
*.- La utilización de una mano de obra no cualificada pero barata y dócil (en ocasiones esclava), que redujo los costes de extracción de las materias primas y contribuyó al éxito de la agricultura de plantación.
Causas políticas
En el último tercio del siglo XIX el nacionalismo que en sus inicios había estado ligado al liberalismo y el romanticismo se transformó en un movimiento conservador y significado componente del imperialismo.
Los estados adoptaron una política de prestigio en un intento de atraerse a las masas populares y desarrollaron una acción diplomática dirigida por fuertes personalidades (Bismarck, Chamberlain, Jules Ferry, Leopoldo de Bélgica, Cecil Rhodes, etc.) quienes, apoyadas en gran medida por la prensa y otros medios, propugnaron desde una postura chovinista la formación y consolidación de extensos dominios coloniales.
Además las potencias ambicionaban alcanzar la hegemonía colonial mediante el control comercial y militar de las rutas marítimas y terrestres, al tiempo que obstaculizaban por todos los medios la expansión de sus rivales.
Causas científicas y técnicas.
A lo largo del siglo XIX se irá completando el proceso de exploración del planeta iniciado en el siglo XV.
Muestra de ello fue el fomento de estudios geográficos, geofísicos y geológicos. Desde mediados de siglo una serie de autores (Julio Verne, Kipling, Jack London, etc.) alentaron la curiosidad y la aventura a través de obras que evocaban ambientes envueltos en un halo de misterio, difundidas a través de publicaciones periodísticas o literarias repletas de atractivas ilustraciones.
Las sociedades geográficas alcanzaron una enorme importancia y contibuyeron a propagar esa afición mediante conferencias y congresos.
También organizaron expediciones de carácter antropológico y biológico que, en todo caso, sirvieron para crear nuevas rutas de índole militar o económica.
Se exploraron los grandes ríos africanos como el Nilo, Níger, Congo o Zambeze, llevadas a cabo por periodistas (Stanley), misioneros (Livingstone) o aventureros (De Brazza).
Se penetró en Asia llegando al Himalaya, se atravesó Siberia y el desierto australiano y, finalmente (ya en el siglo XX), fueron alcanzados el Polo Norte (Peary) y el Polo Sur (Amundsen).
Las tesis darwinistas, con sus presupuestos sobre la evolución de las especies, fueron extrapoladas al campo social con el fin de justificar el predominio de los más aptos (los blancos) sobre los menos aptos.
La superioridad técnica se hizo abrumadora en el campo militar (armas de fuego, transporte masivo y rápido, esmerada organización, etc), procurando una ventaja a los conquistadores que palió con creces su inferioridad numérica.
Causas ideológicas.
Desde posiciones nacionalistas y chovinistas se desarrollaron teorías racistas que justificaban e impulsaban la expansión territorial, con o sin el consentimiento de los pueblos autóctonos.
En sus formas más moderadas el racismo se disfrazó en ocasiones de un paternalismo que sostenía la necesidad del hombre blanco de “rescatar del atraso” a las poblaciones autóctonas mediante la instrucción y la educación.
En esa labor destacó la actividad misionera de las iglesias cristianas anglicana, católica y protestante, que causó gran impacto en las poblaciones indígenas que poseían una mentalidad totalmente ajena a la occidental.
En todas esas posiciones subyacía una ideología de carácter etnocentrista que ensalzaba la cultura europea y occidental y descalificaba al resto, considerado bárbaro, salvaje y primitivo.